Las
representaciones folklóricas existieron desde la época incaica, aquel tiempo
dónde se respetaba el valioso código moral, dónde se adoraba al sol y a la luna,
cuándo se pensaba que la montaña era un dios porque de ahí provenía el agua de
la cuál bebía el pueblo, sus animales y plantas, y se consideraba al cóndor
como la figura en la que el dios montaña se presentaba ante los ojos humanos.
Desde este periodo el pueblo ya se expresaba artísticamente en unos espectáculos
llamados “Takis”. En los takis el pueblo representaba acciones mediante mímicas,
cantos, bailes y danzas, cuya finalidad era divertir y educar al pueblo con el
mensaje que cada representación contenía. Cada puesta en escena podía explicar
alguna historia, mito o leyenda que en el mismo pueblo se originaba en periodos
anteriores.
Los takis ya eran muy conocidos entre los pueblos cuando llegaron
los españoles, y fueron celebrados hasta la famosa revolución de Túpac Amaru II,
en 1781. Debido a este acto, la fuerza española buscó eliminar y reprimir todo
tipo de expresión del pueblo para mantenerlos sumisos, a esto se le sumó el afán de querer borrar nuestra
identidad, la historia y cultura proveniente de los antepasados, y hasta el
idioma nativo que hasta por aquel entonces era el oficial. A quiénes incumplían
este mandato, se les castigaba con látigos, encierros y hasta con pena de
muerte.
Años
más tarde los españoles permitieron que se vuelvan a realizar estas representaciones
folklóricas pero ya con la influencia de ellos, desde entonces los motivos eran
completamente distintos, en el ámbito religioso por ejemplo. Es ahí cuando
nacen las fiestas patronales en veneración a los santos católicos, obviamente
influencia europea. El pueblo se fue olvidando de sus propios dioses y con el
pasar de los años fueron adoptando esta nueva cultura, de igual modo, el idioma
“quichua” fue quedando de lado, algo que nunca debió pasar.
A
fin de cuentas, los españoles que vinieron a “conquistarnos”, si lograron su
propósito, ya que en la actualidad muy pocos saben la realidad de nuestra
verdadera historia, ya casi nadie habla nuestro idioma bandera, y lo que es
peor aún, los pocos que mantienen esta lengua ancestral son mal vistos por algunos
acomplejados, confundidos e ignorantes. Como
dice una cruda canción:
“Como
somos todos plomos,
mendigos sentados en tronos,
mendigos sentados en tronos,
peruanos tontos que muchos no saben
ni siquiera quienes somos...”